5 de noviembre, Día Mundial de Acción contra las bombas de racimo
La Fundació per la Pau, Greenpeace, el Moviment per la Pau, Justícia i Pau y la Comissió Catalana dAjuda al Refugiat unen esfuerzos para denunciar las graves consecuencias humanitarias de estas bombas
Coincidiendo con la celebración, el 5 de noviembre, del Día Mundial de Acción contra las bombas de racimo, cinco ONG lanzan el manifiesto conjunto Digamos no a las bombas de racimo. La Fundació per la Pau, Greenpeace, el Moviment per la Pau, Justícia i Pau y la Comissió Catalana dAjuda al Refugiat pedirán al Parlamento de Catalunya que se pronuncie a favor del proceso de Oslo y al Gobierno central que prohíba el uso, la fabricación, el almacenaje y la comercialización de las bombas de racimo.
Esta jornada reivindicativa, que organiza la Clusters Munition Coalition a nivel internacional, se ha convocado justo un mes antes que se celebre la Conferencia de Viena. La jornada, que se celebra en más de 40 países de todo el mundo, quiere llamar la atención de los ciudadanos sobre el terrible impacto de las bombas de racimo en la población civil, y animarlos a que se sumen a las acciones para conseguir un tratado que las prohíba.
La Conferencia de Viena es la próxima reunión internacional sobre bombas de racimo del proceso de Oslo y se celebrará del 5 al 7 de diciembre. Allá, los gobiernos discutirán el contenido del futuro tratado internacional y es importante que la sociedad civil les haga llegar sus demandas.
Por otro lado, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución de apoyo al proceso de Oslo y a un tratado internacional para prohibir las bombas de racimo. El texto reclama a todos los estados miembros de la UE que emprendan medidas para prohibir el uso, la producción, la exportación y el almacenaje de estas bombas.
El 98 % de las víctimas son civiles
Las bombas de racimo son como unos contenedores de municiones que, una vez lanzados, se abren y dejan caer centenares de cargas explosivas que quedan esparcidas por zonas muy amplias, en muchos casos, habitadas por población civil. Teóricamente, las cargas deben explotar cuando llegan al suelo pero entre un 5 % y un 30 % de las veces, esto no sucede y quedan activas durante muchos años, como si fueran minas antipersonales. El 98 % de las víctimas que causan son civiles que topan con ellas y se produce la explosión. Esto hace que continúen provocando un gran nombre de muertos y de heridos mucho tiempo después de que un conflicto haya acabado e impiden que la población de la zona afectada pueda recuperar sus cultivos y su movilidad.
Manifiesto Digamos no a las bombas de racimo
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