Ante la situación que vive nuestro país, ante la inminente publicación de la sentencia contra los políticos y activistas independentistas, ante el clima de crispación política, agravado por una campaña electoral iniciada antes de tiempo, ante el disgusto y malestar de una buena parte de la ciudadanía; ejerciendo nuestra responsabilidad como entidad que quiere estar al servicio de la sociedad y de la paz, realizamos la siguiente declaración.
Declaracion de FundiPau en pdf
Constatamos que:
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En nuestro país desde siempre han convivido diferentes sentimientos de pertenencia y diferentes proyectos políticos y sociales, todos ellos legítimos y respetables. Una sociedad democrática los debe acoger y proteger.
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Las tensiones no vienen nunca de estas diferencias, ni de la necesaria disputa política entre ellas, sino del bloqueo, sostenido durante años, a cualquier intento de darles salida o de resolverlas por una vía democrática.
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La polarización de las posiciones y la crispación son amenazas a la convivencia presente y futura, dificultan el diálogo y alejan cualquier escenario de posibles soluciones.
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La libertad de expresión y de asociación, el derecho a la protesta y a la movilización popular pacífica son incuestionables y no pueden ser criminalizadas bajo el pretexto de la seguridad.
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Se ha hecho y se está haciendo un abuso irresponsable del lenguaje. Desde diferentes posiciones, en un intento de descalificar al adversario, se han banalizado palabras como fascismo, traición o golpe de estado. Desde los discursos políticos, jurídicos y desde algunos medios de comunicación se han introducido términos como tumulto, violencia, sedición, rebelión y, últimamente, terrorismo, con la intención de penalizar judicialmente estas protestas. Esto no hace sino desinformar y aumentar los miedos y las tensiones.
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La represión no resuelve el problema, sino que lo enquista y lo agrava, a riesgo de llevarlo a límites peligrosos e incontrolados. En este sentido, las sentencias serán vividas por buena parte de la ciudadanía como un severo y disuasorio castigo, extensivo a los millones de personas que apoyaron las movilizaciones, siempre pacíficas y noviolentas, en favor del derecho a la autodeterminación, que culminaron en otoño de 2017.
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La falta de gobernabilidad responsable y de propuestas políticas que aporten horizontes de soluciones creíbles y satisfactorias generan frustración, cansancio y desánimo.
Ante esta situación, manifestamos, ante todo, nuestra solidaridad y apoyo a aquellas personas que sufren en carne propia las consecuencias dolorosas de este conflicto, en prisión o en el exilio, y a sus familias.
Y proponemos a dirigentes políticos y sociales y a toda la ciudadanía, guiarse en sus palabras y acciones futuras por los criterios de la Cultura de Paz y la Noviolencia que aquí expresamos.
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La verdad. No se puede construir nada a partir de la falsedad. Sabemos que la verdad completa no la tiene nadie. Esto nos obliga a poner “nuestra verdad” en duda, a abrirla a otras verdades, con honestidad, ecuanimidad y autocrítica, pero, sobre todo y ante todo, a renunciar a la mentira intencionada y querida como un arma propagandística. Desgraciadamente demasiadas veces hemos visto “construir relatos”, sin ningún interés por descubrir más verdad.
Llamamos a nuestros conciudadanos y conciudadanas a ser, como decía Gandhi, buscadores incansables de la verdad.
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La justicia. No hay justicia sin verdad. La justicia no es venganza, ni un castigo. La justicia no es la imposición de la fuerza de unos contra otros. La justicia busca el bien para todas las partes.
Llamamos a nuestros conciudadanos y conciudadanas a exigir justicia y a ser justas.
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El respeto. Todos los seres humanos tienen la misma dignidad y deben ser respetados en todos sus derechos. Así lo proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en un amplio consenso alcanzado por las diferentes tradiciones culturales, humanísticas, religiosas y éticas. Hay que aprender a mantenerlo, siendo ya complicado con las amistades en algunas ocasiones, también con los adversarios, especialmente cuando con sus acciones nos lo ponen más difícil.
Conviene entender que el respeto por las personas no implica respetar sus actos si éstos son claramente injustos, abusivos o no respetan otras personas. Combatir la injusticia y el abuso manteniendo el respeto a la persona es la esencia de la noviolencia.
Llamamos a nuestros conciudadanos y conciudadanas a liberarse del odio, a respetar al adversario y combatir los actos o propósitos injustos.
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El fin no justifica los medios, Más bien un medio cruel o perverso estropea, pervierte y deslegitima el fin más noble. Los medios contienen la semilla del objetivo que alcanzarán. Por eso, quien pregone la justicia debe buscarla a través de medios justos y respetuosos.
Llamamos a nuestros conciudadanos y conciudadanas rechazar el uso de la violencia, ya que es incompatible con el respeto, la justicia y la verdad.
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La fuerza de la lucha noviolenta. La consecuencia de todo lo anterior no es en ningún caso la pasividad o la rendición, por el contrario, armados interiormente con la fuerza de la verdad, la justicia y el respeto, podremos adoptar las herramientas de la lucha no violenta, más radical y más eficaz que ninguna otra, en defensa de cualquier proyecto o causa justa.
Llamamos, finalmente, a nuestros dirigentes políticos y sociales y a toda la ciudadanía, a luchar por la verdad, la justicia y el respeto, de forma activa y cívica, siempre con las herramientas de la democracia y de la lucha noviolenta, y a convertirse, así, en Constructoras de paz, una paz que debe saber convivir con el conflicto y transformarlo de forma constructiva.
Barcelona, 9 de octubre de 2019