Se trata de un paso histórico que convierte a España en uno de los primeros estados en ratificar. Son necesarios 30 para que el Tratado entre en vigor
Madrid / Barcelona. El pleno del Congreso de los Diputados ha ratificado hoy, por asentamiento, el Tratado de Prohibición de las bombas de racimo. España se convierte así en uno de los primeros países en incorporar esta norma a su ordenamiento legal y da un paso muy importante hacia el objetivo de lograr treinta ratificaciones. Éste es el número necesario para que el Tratado entre en vigor y se convierta en norma del Derecho Internacional. Las organizaciones que trabajan para lograr esta prohibición valoran muy positivamente este paso y piden al gobierno que anime a otros países a seguir su ejemplo para que el Tratado sea una realidad lo antes posible.
El Tratado fue firmado el pasado mes de diciembre en Oslo por 94, aunque hasta hoy sólo cinco lo habían ratificado. Con este paso, España se convierte en uno de los primeros en hacerlo, poniéndose a la cabeza en un proceso que va a llevar a que las bombas de racimo queden prohibidas a escala internacional.
El Gobierno español ya había adoptado medidas unilaterales, prohibiendo de facto la fabricación y exportación de estas bombas, e iniciando la destrucción de los arsenales en poder del ejército español. Sin embargo no se puede minusvalorar el paso de la ratificación ya que es decisivo para que el Tratado se convierta en una realidad internacional. La Fundació per la Pau, Justicia i Pau, Greenpeace y el Moviment per la Pau han expresado su satisfacción por este hecho.
Ésta no es la única buena noticia en relación con este tipo de armamento, en los últimos días. El día 11 de marzo, el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó una ley que prohíbe exportar la inmensa mayoría de las bombas de racimo que se fabrican en aquel país. Sólo podrán exportarse las que tengan una tasa de error inferior al 1%, es decir, que menos de un 1% de sus submuniciones queden sin estallar en los territorios donde se usen. Además, se pide a los Gobiernos receptores que no las utilicen en zonas donde haya población civil.
Se trata de un giro radical en la política estadounidense en esta materia, que acerca a este país al camino elegido por la mayoría de la comunidad internacional, y que permite albergar más esperanzas de que finalmente puedan también sumarse al Tratado. Además, es relevante porque EEUU es uno de los principales vendedores de armamento en el mundo. Por ejemplo, parte de las bombas de racimo que Israel utilizó contra Líbano en el verano de 2006 eran de fabricación estadounidense. Que todo esto pueda estar cerca de su fin es una buena noticia.
El Tratado que prohíbe la fabricación, almacenamiento, uso y venta de bombas de racimo es un paso histórico en materia de desarme. Fue firmado en diciembre de 2008 en Oslo por 94 gobiernos y refleja el consenso de la comunidad internacional sobre que ciertos tipos de armas deben quedar prohibidos por su impacto indiscriminado en las población civil.
Es el caso de las bombas de racimo, bombas contenedor que al ser lanzadas y abrirse expulsan entre decenas y cientos de submuniciones explosivas. Estas armas matan a los civiles durante los bombardeos y, después, ya que una parte de las submuniciones no estallan y permanecen sembradas sobre amplios territorios, actuando como minas antipersonales durante años, e incluso décadas, después de que los conflictos hayan terminado.