Entrevista publicada en catalán en el Butlletí 107 de FundiPau
“Apoyar la oportunidad democrática para Ucrania es una de las mejores maneras de hacerlo también para Rusia en el futuro”
Carmen Claudín es investigadora del CIDOB, Barcelona Centre for International Affairs, donde también ha sido Directora de Investigación y Directora Adjunta. Es especialista en historia rusa y soviética y ha sido miembro del Grupo de Trabajo sobre la Unión Soviética del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (París). Es autora del libro Lenin y la Revolución Cultural (1974) y de diversos capítulos de libros y artículos relacionados con temas soviéticos y postsoviéticos. Es miembro de la Junta Directiva del Migration Policy Group (Bruselas), y del Consejo Editorial de Foreign Policy, edición española.
La tensión militar se mantiene activa en el este de Ucrania ¿Cree que hay alguna solución política que podría satisfacer a los diferentes intereses de la dispar población ucraniana?
Primero, conviene aclarar que la población de Ucrania no es más dispar que la de Cataluña, por ejemplo. Y es muy importante subrayar que el núcleo del conflicto no radica en la disparidad lingüística o de identidad, como Rusia pretende presentarlo. La raíz es política: la opción entre dos modelos de gobernanza difícilmente compatibles. La tensión militar, que se concentra en una parte muy limitada del territorio ucraniano, no sería sostenible sin el apoyo de Rusia que es la máxima interesada en mantener un conflicto de baja intensidad (es decir, sin intervención armada rusa como en Crimea) para alimentar una inestabilidad permanente y obstaculizar las posibilidades de un Estado ucraniano realmente independiente, de Derecho y viable. El problema ahora para el Kremlin es que la tragedia del MH17 ha roto esta estrategia de la “baja intensidad”…
La crisis de noviembre de 2013, cuando el país se debatía entre un acuerdo con la UE o su fidelidad a Rusia, ¿fue el principal motivo de lo que ha sucedido posteriormente o sólo el detonante de una confrontación aletargada?
Sólo ha sido el detonante, en efecto, y ha tomado a todos por sorpresa empezando por los propios ciudadanos ucranianos (fueran ucraniano o ruso parlantes) cuyo número en la calle iba creciendo. Muy pronto la movilización se centró en temas internos: cambio de régimen y lucha contra la corrupción.
Después del sorprendente apoyo de Rusia al derecho a la autodeterminación y de la anexión de la península de Crimea, ¿cree probable que tenga lugar un proceso similar al este de Ucrania?
No, a menos que Rusia intervenga militarmente, cosa que no creo probable. Es importante explicar que el este de Ucrania es mucho más que la región del Donbás (Luhansk y Donetsk), limítrofe con Rusia. En el resto de ese Este, donde hubo manifestaciones prorrusas y tomas de edificios, la situación está completamente normalizada. Allí la población ha ido a votar sin problema y mayoritariamente a favor del actual presidente. Por otra parte, conviene recordar que Rusia ha apoyado el derecho a la autodeterminación sólo en aquellos casos en que consideraba que servía a sus intereses nacionales: Osetia del Sur y Abjazia. Y, por fin, los únicos que han podido expresarse libremente en esa parodia de referéndum fueron los ciudadanos prorrusos (lo que no equivale a todos los ruso parlantes), al contrario de los ucranianos y los tátaros (la verdadera población autóctona de Crimea).
¿Cuál es el papel de Estados Unidos y la Unión Europea en la crisis de Ucrania? ¿Cuáles son sus intereses?
Ninguno de los dos –como tampoco Rusia– se esperaba la amplitud y la determinación de la movilización ciudadana. Y de hecho han tardado bastante en reaccionar. La UE llevaba unos años de “fatiga ucraniana” pero, por supuesto, tenía mucho interés en la firma del acuerdo de asociación en Vilnius por la importancia de Ucrania en el espacio postsoviético y por marcar un hito en una política de vecindad poco boyante. Lo que la UE no había previsto es la intensidad de la reacción rusa. Estados Unidos, por su parte, estaba en la tarea de replegarse de Europa así que esta crisis no es algo que le convenía. Ni para Washington ni para la UE, ensimismada en sus problemas internos, ha sido oportuna la crisis ucraniana.
Al inicio de la crisis, hay quien dijo que Ucrania no se habría encontrado en esta situación si hubiera conservado su arsenal nuclear como elemento disuasorio. ¿Tiene algún sentido esta afirmación?
Poco. Obviamente este factor hubiera pesado pero no creo que hubiera cambiado sustancialmente el desarrollo de los hechos.
Rusia es uno de los países que menos tratados de desarme y de control de armas ha firmado. ¿A qué atribuye esta posición?
Porque la Rusia actual es alérgica al control internacional y considera que su armamento, en particular el nuclear, y la energía son las dos bazas fundamentales e irrenunciables de su posición de gran potencia mundial.
¿Un deseo?
Que Ucrania, y su población bilingüe, tenga –como defendemos para otros países- la oportunidad de construir libremente el tipo de sociedad que la mayoría consensúe en un proceso sin interferencia externa. Apoyar la oportunidad democrática para Ucrania es, además, una de las mejores maneras de hacerlo también para Rusia en el futuro.