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¡No más víctimas! Por una actuación política responsable en el conflicto de Siria

El gran número de personas que han muerto, han resultado heridas o se han visto obligadas a abandonar su hogar en Siria, convierte este conflicto en la mayor tragedia humanitaria del siglo XXI. Es necesario actuar para poner fin a esta espiral, y hay que hacerlo sin provocar más víctimas; con las herramientas de la política: el diálogo y la negociación.

Desde FundiPau, comprometidos con la construcción de una cultura de paz, la resolución de conflictos y el desarme, queremos compartir nuestra visión, reflexiones y demandas sobre este conflicto.

Posicionamiento de FundiPau en pdf

Versión en catalán

 

No más víctimas!
Por una actuación política responsable en el conflicto de Síria

 
Posicionamiento de FundiPau

 

La primavera árabe abrió la puerta a que las poblaciones de diversos países aspirasen a un buen gobierno y tanteasen la posibilidad de echar a los regímenes y dictadores que, a menudo con la complicidad de muchos países democráticos, llevaban demasiados años padeciendo. 

Las protestas ciudadanas en Siria –inicialmente pacíficas– fueron violentamente reprimidas por el régimen de Baixar al-Assad. Una parte de la oposición optó por la vía armada y, más adelante, la entrada de grupos vinculados a Al Qaeda acabó de complicar la situación.

Desde FundiPau (Fundació per la Pau), una ONG catalana activamente comprometida desde hace 30 años en la construcción de una cultura de paz, la resolución de conflictos y el desarme, queremos compartir las siguientes consideraciones, reflexiones y demandas:

  1. Estamos ante la mayor tragedia humanitaria del siglo XXI: más de 100.000 muertos y 6.000.000 de refugiados y desplazados internos. Una tragedia que ha tenido lugar ante la pasividad o connivencia de la comunidad internacional y de los principales estados del mundo y de la zona, así como la –ya tradicional- inoperancia de las Naciones Unidas. Desde FundiPau hemos promovido acciones de sensibilización y de incidencia pero, a pesar de todo, es necesario hacer autocrítica: los movimientos sociales y, en concreto el movimiento por la paz, no hemos hecho lo suficiente.
     
  2. Tenemos que señalar al principal responsable: un régimen autoritario que, ante las protestas pacíficas, ejerció una represión brutal. Con el tiempo, y ante la inflexibilidad de al-Assad y la pasividad de la comunidad internacional, la oposición abrió una vía armada incrementando así la escalada de violencia. Más adelante, grupos vinculados a Al Qaeda entraron en el conflicto con su agenda propia, no siempre apoyando a la oposición armada pero sí combatiendo al régimen.

    En todo este tiempo, potencias mundiales (Estados Unidos, Rusia, China) y países de la zona (Arabia Saudita, Turquía, Israel, Qatar, Irán, etc.) han estado echando leña al fuego de forma irresponsable: o vendiendo armas o facilitando combatientes, e incluso llevando a cabo algún ataque localizado. Todo, claro está, en función de quienes eran sus amigos, compañeros de viaje o aliados puntuales, pero nunca pensando en la población civil. En lugar de fomentar las vías pacíficas, han engrosado la vía de las armas. Es una irresponsabilidad gravísima que tenemos que remarcar.

  3. En medio del drama humanitario, el uso de armas químicas el pasado mes de agosto encendió las alarmas diplomáticas. En tanto que ONG activa en temas de desarme, somos muy conscientes de la gravedad de su uso. El problema es que algunas de las potencias y países que ahora se escandalizan de ello, en otros y similares casos no han dicho gran cosa o, directamente, han tolerado su uso. Sin mencionar que, en lo referente a las armas de destrucción masiva, quien incumple la ley internacional son los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que no han avanzado hacia el desarme nuclear, tal y como les exige el Tratado de No Proliferación (TNP).

    En cualquier caso, no aceptamos que se considere urgente actuar cuando mueren 1.400 personas por armas químicas y no cuando mueren 100.000 por armas convencionales.

  4. Aunque, en estos momentos, la posibilidad de un ataque militar se ha desvanecido, creemos que no aportaría nada bueno a la terrible situación que se vive en Siria. Porque:
    • La violencia engendra más violencia, como trágicamente hemos visto en estos 2 años y medio.
    • En cualquier ataque, y especialmente en un conflicto como el de Siria, es muy difícil diferenciar los objetivos militares de los civiles y, por tanto, supondría mayores impactos sobre la población civil.
    • El uso de la violencia refuerza la cultura de la violencia que está en la base de la guerra siria.
    • Para solucionar este conflicto tenemos que abordar las claves políticas, comunitarias, religiosas, las lógicas de poder y los intereses económicos y geoestratégicos que hay detrás.
    • Que unos pocos países decidan intervenir militarmente de forma unilateral, al margen de los mecanismos legales previstos, es un mal ejemplo. Además, por desgracia, tenemos experiencia suficiente para saber que a menudo los estados actúan por intereses y alianzas, no por una voluntad humanitaria o de defensa de los derechos humanos.
    • En cualquier caso, mucho antes que un ataque militar, habría otro escenario a explorar: forzar un alto-el-fuego entre los diversos actores armados (no sería tan difícil: la mayoría de actores tienen alguna potencia o país detrás) y enviar unas fuerzas de interposición de las Naciones Unidas que con un mandato claro –neutralidad y no uso de la fuerza- garantizaran el fin de los combates, permitieran respirar a la población civil asediada y ofrecieran un espacio temporal para la resolución del conflicto por vía diplomática.
       
  5. Potencias y países de la zona han vendido y facilitado armas a los diversos actores del conflicto. ¿Qué habría pasado en Siria si el Tratado sobre Comercio de Armas se hubiera aprobado hace 5 años? Las cosas podrían haber sido muy diferentes. ¿Qué queremos decir? Lo que hemos dicho muchas veces: cada vez que hay una crisis se nos dice que, lamentablemente, no queda otra alternativa que actuar militarmente. Falso. Si hay voluntad política se pueden hacer muchas otras cosas: favorecer las condiciones de paz, proteger los derechos humanos, promover la justicia global, impulsar la igualdad de derechos y el respeto a las minorías, invertir en desarme, reformar –en clave democrática e inclusiva- el sistema de las Naciones Unidas para hacerlo más efectivo, etc.
     
  6. A pesar de que no se han hecho los deberes, tenemos que explorar y fortalecer al máximo las vías políticas, De hecho, el acuerdo del Consejo de Seguridad sobre la eliminación de las armas químicas, muestra que –cuando existe voluntad –las opciones diplomáticas están ahí.

    Es necesario que potencias, países implicados en el conflicto y todos los actores de Siria retomen las negociaciones iniciadas hace meses en Ginebra y suspendidas sin continuidad. Unas conversaciones que tendrían que incorporar la voz de la ciudadanía, la más afectada por el conflicto, a través de grupos civiles y redes de mujeres. Unas negociaciones que, entre otros aspectos, tendrían que abordar el fin de la represión, la investigación sobre las vulneraciones de derechos humanos, poner fin a la entrada de armas y combatientes en la zona, la protección de las minorías y un proceso de transición hacia unas elecciones libres.

    Mientras, y  paralelamente, los estados que quieran ayudar podrían hacer una cosa muy efectiva, necesaria y urgente: acoger a los desertores y a los refugiados procedentes de la guerra siria y ayudar económica y logísticamente a los países que, por proximidad, más refugiados estén acogiendo.

    También es imprescindible garantizar que las organizaciones e instituciones encargadas de la distribución de la ayuda humanitaria puedan acceder en condiciones al país. Tenemos que exigir y forzar a los diversos actores armados a asumir el compromiso de respetar la entrada de ayuda humanitaria: es un asunto de vital importancia para la población civil afectada.

    Si la libertad de información siempre peligra en un conflicto armado, en este caso, además, se vio vulnerada inicialmente por el régimen –que no permitía la entrada de periodistas extranjeros- y últimamente se ve amenazada por la práctica de algunos grupos rebeldes de cariz yihadista de secuestrar periodistas. En estos momentos hay 14, entre ellos, el periodista catalán Marc Marginedas.
     

  7. Nos parece lamentable el papel del gobierno español. No ha dicho prácticamente nada en todo este tiempo, no ha defendido públicamente ninguna posición y, en cambio, en una cumbre del G-20 firmó una declaración avalando un ataque militar. Y recordemos que, desde 2005, todo ataque militar tiene que ser discutido en sede parlamentaria y no lo puede decidir unilateralmente el gobierno.

    Reclamamos, como hacemos siempre, que el Parlamento de Catalunya no quede ausente de una situación como la siria, que la debata y opine sobre ella. Construir un país también pasa por solidarizarse con el mundo.  

  8. Finalmente, queremos destacar dos cosas:
    • En primer lugar, insistir en qué buena parte de la oposición ciudadana al régimen sirio se manifestó de forma pacífica. Y que, incluso ahora que la violencia se ha esparcido, todavía existen colectivos que reclaman democracia y justicia desde una opción noviolenta. Estos son nuestros ‘aliados’ en Siria además, por supuesto, de toda la población civil que sufre la injusticia y la violencia.
    • En segundo lugar, los problemas de David Cameron (perdiendo la votación en el Parlamento), y los de Barack Obama (que antes de desestimar el uso de la fuerza tuvo que anunciar que llevaría el tema al Congreso) demuestran que la movilización de la ciudadanía contra la guerra de Iraq generó un nuevo clima: realizar un ataque militar no es una decisión que pueda escapar del debate ciudadano y político. El Parlamento de un país tiene que analizar, debatir y votar una opción tan grave como es entrar en guerra.

 

Barcelona, 3 de octubre de 2013