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Parlant de pau amb… Soraya Bayuelo

Entrevista publicada al Butlletí 113 de FundiPau

 

“En Colombia, los del NO ganaron, pero ahora tienen una responsabilidad social y política muy grande”

 

Soraya Bayuelo (Carmen de Bolívar, Colombia, 1958) es una periodista comunitaria y activista por los derechos humanos y la cultura de la región de Montes de María. Es la fundadora y directora del Colectivo de Comunicaciones Montes de María. Como víctima del conflicto colombiano, formó parte de una de las delegaciones que participaron en las conversaciones de paz de La Habana.

¿Cual es la misión del Colectivo de Comunicaciones Montes de María?

Es una experiencia de comunicación para el cambio social. Desde la educación, la comunicación y la cultura  pretendemos transformar la realidad  teniendo como principios la defensa, la promoción y la garantía de los derechos humanos. Pero sobre todo garantizar el derecho a la comunicación para que la gente tenga su propia voz. Nuestro objetivo es formar sujetos políticos transformadores, gente de la calle que aprenda herramientas comunicativas que les permitan conocer sus derechos, para así defenderlos y exigirlos. Hace 22 años que trabajamos con niños y jóvenes y ya han surgido 15 promociones de estudiantes. Cuando el conflicto armado llegó a nuestro territorio nos encomendamos la tarea de la construcción de otra Colombia mejor.

Y bueno, yo como periodista en ese contexto, quería hacer periodismo enfrentándome a la guerra desde la cultura, desde la comunicación y desde la educación. Así es como a través de cine foros en las escuelas y de cine clubs en las calles intentábamos que la gente saliera a la calle sin miedo, para decirle a los violentos que estábamos ahí resistiendo, que los conflictos se deben resolver de forma pacífica.

¿Cómo fue su participación en la conversas de paz de La Habana?

Yo fui con la tercera delegación de víctimas en el año 2014, de entre un mosaico de 60 víctimas de la guerrilla, de los paramilitares, de todos los lugares y condiciones de Colombia. En mi caso iba como víctima de dos hechos que marcaron a mi familia: uno fue la muerte de mi hermano en una masacre cometida por un grupo de paramilitares junto con la policía de la CG (Coordinadora Guerrillera) y el otro la muerte de mi sobrina.

El 5 de julio de 1998 en El Carmen de Bolívar, iban a matar a un muchacho que había tenido problemas  y para no dejar testigos mataron a todos los demás también, entre ellos a Milton Rafael Bayuelo Castellar, mi hermano, de 37 años. Él trabajaba conmigo en la producción del canal de televisión local que teníamos y era una persona muy importante, tanto por el trabajo que hacía  para el pueblo como para nuestra familia. Dejó cuatro hijos y viuda. A pesar de este hecho, nuestra familia avanzó unida, porque la vida se abría paso. Mi mamá  nos decía que el que odiaba se hacía daño a sí mismo y que por más que hiciéramos en contra de quién lo mató, no íbamos a resucitar a nuestro hermano.

La violencia siguió de forma durísima: en los Montes de María se registraron 102 masacres, y sólo en Carmen de Bolívar, donde yo vivo, 36. Nosotros estamos en un territorio que sufrió todo el embate del conflicto armado, y no sólo hechos ejecutados por los guerrilleros de las FARC sino también por grupos armados paramilitares y crímenes de estado por parte de la fuerza pública que se excedió en sus funciones. A mí me amenazaron también y tuve que salir del territorio y muchos de mis amigos desaparecieron. Yo estuve en Cartagena.

El 17 de agosto del año 2000 estalló una bomba incendiaria puesta por el frente 37 de la FARC en la ferretería cerca de la plaza pública de El Carmen y ahí estaba mi sobrina María Angélica Roncayo Bayuelo, que murió quemada viva ahí, en medio de las llamas junto a dos niñas más; las tres tenían 13 años. Yo tuve que regresar de Cartagena a El Carmen y decidí que no volvería a irme aún estando amenazada, apostando en mi pueblo por seguir trabajando con los niños, niñas y jóvenes. Ninguno de ellos debería haber muerto en la guerra. Mi objetivo era hacer que se olvidaran de ella a través del arte, del cine, de la televisión, de los dibujos y de la comunicación transformadora y la memoria. Entonces empezamos a hacer un trabajo de memoria con los jóvenes, quienes a través del cine cuentan la historia; hoy está en un museo de la memoria.

La guerra siguió y aún estando en un momento de transición, participar en La Habana no fue fácil, porque sabíamos que allí veríamos a los enemigos, a los miembros de la organización que accionaron la bomba que mató a mi familia, que provocó masacres y secuestros, que hacían explotar los “burros – bomba”, y realizaban las “pescas milagrosas” (secuestros indiscriminados de personas en controles de carretera). En fin, de todo lo que la guerrilla de las FARC hizo en el territorio de Montes de María y en toda Colombia. En la Habana descubrí que la guerra toca a todo el mundo. Fue hablando con Martha Amorocho, a quién una bomba en un local de Bogotá mató a su hijo. Antes pensaba que era sólo en las regiones apartadas, a los campesinos, a las mujeres, ¡pero no!

Sin embargo después nos animamos porque creíamos que era posible transformar la situación y el espacio que se abrió en La Habana fue positivo. La única solución posible al conflicto, creíamos y seguimos creyendo, debe ser dialogada.

Una de las reacciones que yo veo de la mesa de negociaciones es que es un proceso muy serio, vi que tienen voluntad política de seguirlo. Le pregunté incluso al embajador de Cuba “¿Usted cree que esto va en serio?” y también al embajador de Noruega y a varios negociadores y todos me decían lo mismo “Esto va muy en serio”.Y me estoy dando cuenta de que se iban cumpliendo algunas cosas de las que se hablaron: el hecho de que cesara el fuego, el hecho de que se volvieran a sentar a la mesa tras la crisis del secuestro de un general o tras la muerte de los soldados.

¿Y cuál es el papel de la mujer en este proceso?

Yo pienso que lo que conseguimos en La Habana fue muy importante en este aspecto, esa inclusión de los derechos de las mujeres y su reconocimiento como víctimas. Hay muchos crímenes sexuales contra las mujeres, que ellas difícilmente asumen, que son invisibles. Toda la inclusión de género es importante que esté allí; esto nos alegró especialmente como movilización social, porque es importante dar voz al pueblo, a los hombres, a las mujeres, al colectivo LGBTI, a todas las minorías a las que nadie da nada gratis. Siempre hay que salir a caminar y poner el brazo en alto para conseguir que tengan los mismos derechos.

¿La paz y la reconciliación son posibles sin el perdón de las víctimas?

La paz y la reconciliación son muy importantes. El perdón creo que es muy personal, muy de cada uno, en cambio la reconciliación es colectiva. Es como la paz. La paz interior es tuya y individual pero la paz colectiva es política, y sobre esa paz colectiva se basa la reconciliación; y eso no se hace, eso se construye, poco a poco, con acciones, con caminos de reconciliación.

En la audiencia que tuvimos en La Habana sólo disponíamos de 15 minutos para decir lo que pensábamos. Teníamos que decir a quien nos dirigíamos y decirlo como quisiéramos. Yo lo estructuré en tres momentos: el tema de mi familia, de la región y las propuestas. Cuando terminé de hablar estuve con el resto de delegaciones, que eran muy diversas, y una mujer se me acercó y agarrándome de la mano me dijo: yo sé lo que pasó, en tu territorio y especialmente en tu familia. Con tu sobrina nunca debió pasar, eso fue… nunca debió pasar. En nombre de la organización, eso que  le causó tanto daño a tu familia y a ti, te pido perdón. Era Victoria Sandino, guerrillera de la FARC, que estaba en la mesa de negociación, y yo le dije, mirándola a los ojos: mira, yo se qué…esto no deja de ser un caso de deshumanidad. Entablamos unas palabras, nos dimos un abrazo y pude sentir como ella se alivió. Entonces vi lo importante que era recibir el perdón y dar el perdón; ese momento valió la pena, valió la pena ir allí y siempre va a valer la pena.

¿Cuáles son las condiciones para que el perdón sea posible?

Las condiciones pueden darse en la medida en que se tiene la actitud y la voluntad también de poder darlo y recibirlo y creo que Colombia se va a encontrar con mucha gente reinsertada en los diferentes territorios. Esto nos pasó en la Universidad de Cartagena hablando de pedagogía para la paz: estábamos varias víctimas animando a la gente a dar el sí, para refrendar los acuerdos a favor. Había una niña que dijo: “Yo soy de Carmen de Bolívar y fui del Frente 27 de las FARC, deserté después de 10 años de ser guerrillera y yo hoy en vez de hablar de lo que hemos venido a hablar que es el programa de reinserción, tengo que decirles perdón a ustedes las víctimas”. Esto no es una victoria de Sandino, de una organización de élite de las FARC, sino que es una mujer normal y corriente de las de Carmen de Bolívar; son los hermanos, son los amigos, los que están el bar; este ciudadano de a pie va a tener que encontrarse tarde o temprano con algún reinsertado a la vida civil. Este tipo de encuentros deben promoverse desde un política pública, debe haber una transformación desde el Estado de Colombia para garantizar ese perdón. Yo quisiera que a parte de los ejemplos anteriores de personas individuales, tanto de la guerrilla de la FARC como del ejército, el Estado y los paramilitares pidieran perdón públicamente en actos en todos los territorios. Esto sería una medida de reparación del daño. También decretar que los territorios donde hubo asentamientos de guerrilleros, no eran todos guerrilleros, ni donde estuvieron los paramilitares eran todos paramilitares, ya que el estigma no puede borrarse tan fácilmente.

¿Cómo valora el resultado del plebiscito?

Nosotros votamos SÍ porque en las regiones donde hemos sufrido la violencia no queremos que se vuelva a repetir; pero el hecho que haya ganado el NO, que nadie esperaba, ha despertado al ciudadano de la calle, a los jóvenes, a las mujeres, a los campesinos; los ha animado a que persistan en sus luchas, muchas de las cuales estaban invisibilizadas y ahora toman la calle, se manifiestan y piden una transformación. Ha provocado que mucha gente reaccione y pida la unidad social y política.

Los del NO tienen ahora una responsabilidad social y política muy grande y no pueden dilatar el tema en función de sus intereses políticos para el 2018.

Hoy también veo que ese NO, es un 20% y que el 63% que se quedó indiferente, hoy está reaccionando.

En los territorios afectados por el conflicto el SÍ fue contundente. En algunos casos llegó al 95% y en los Montes de María, fue del 72%. Esto y los perdones públicos que las FARC han pedido y que las víctimas hemos recibido, deben ser un ejemplo y un espejo para el 63% de indiferentes y una invitación a los del NO a sumarse a nosotros.

Hoy todos queremos de alguna manera unirnos en un pacto político y social, que no sólo negocien Santos y Uribe, y las FARC, sino que haya una voz para las víctimas, queremos que haya justicia y verdad, ya que si hay verdad habrá justicia, responsables, reparación y sobretodo garantías de no repetición. Queremos que se abra este diálogo nacional  para acabar con el conflicto definitivamente. Nosotros estamos haciendo un llamamiento desde todas las voces del país, de todas las víctimas de Boyahá, de Montes de María, de los campesinos, mujeres,…

¿Por qué cree que hubo una abstención tan alta?

En primer lugar, porque hubo una mala pedagogía por parte del gobierno y de los responsables de hacer campaña por el SÍ. Depositaron la responsabilidad en los políticos y no creo que ellos hicieran campaña por la paz como lo habrían hecho si hicieran campaña para ser elegidos, no se movieron lo suficiente. Pero lo intentaron, y mira, ni siquiera César Gaviria, directivo de la campaña del SÍ, ganó en su territorio, tampoco Horacio Serpa, ni mucho menos el ministro Cristo. Hasta cierto punto esto estuvo bien para que la gente se diera cuenta de las diferentes maneras de “jugar”. También pienso que los que fueron a votar lo hicieron libremente, sin presiones políticas.

En segundo lugar, por la falsa polarización entre Santos y Uribe en que se convirtió el plebiscito. Era como una competencia entre las dos fuerzas políticas del país y no se trataba de eso.

Y, finalmente, porqué la campaña del NO fue engañosa y en lugar de hablar sobre el acuerdo de paz y hacer pedagogía sobre ello se dedicaron a hacer campaña política, dependiendo del territorio, según los intereses locales y en contra del gobierno. Por ejemplo, en Carmen de Bolívar hay una situación difícil con 1.500 niñas que sufrieron los síntomas de la vacuna del papiloma humano; esto es una situación delicada de salud pública y un tema muy sensible. En este caso un político del Centro Democrático hizo publicidad engañosa diciendo “No más Santos”, porqué aplicó la vacuna del papiloma. Esto nos parece terriblemente irrespetuoso con las familias y las niñas.

En muchas partes también hablaron sobre ideología de género y dijeron que con el acuerdo darían dinero a los guerrilleros y los pueblos seguirían pasando hambre. En definitiva, sobre cosas que nada tenían que ver con los acuerdos.

Los del NO además deberían hacerse responsables frente al consejo electoral, de su mala campaña de promoción del NO en el plebiscito, porque al final era No al plebiscito. No fue una campaña en la que hicieran propuestas en positivo.

Ahora nosotros debemos pensar en hacer un solo bloque con los que votaron NO y los que votaron SÍ, ya que ambos quieren la paz, y hacer un llamamiento al 63% de indiferentes para lograr una Colombia multicolor, con todos sus problemas, ya que merecemos la paz.

¿Qué representa el Premio Nóbel de la Paz para el proceso?

El Nóbel de la Paz al presidente Santos es importante porque contribuye a levantar los ánimos  y da oxígeno y confianza al proceso. Pero sobretodo la confianza plena la da el pueblo, cuando sale a las calles, la manifestación de la sociedad civil organizada que empuja y empuja para lograr esta transformación. Y ahora las FARC han dicho que no van a levantarse de la mesa, que siguen con los acuerdos, con la cronología de las actividades que estaban programadas. Igualmente, como todo el mundo sabe, el cese del fuego no puede seguir indefinidamente, se ha de llegar a acuerdos rápido. Para nosotros también las palabras del presidente que ha dicho que va a mantener el alto al fuego indefinido mientras los acuerdos se retrasan, es una pizca de esperanza. Todos esperamos que se mantenga, que se retomen las conversaciones y que se llegue finalmente a la paz para poder emprender las tareas pendientes de transformación del territorio, con inversiones sociales, justicia y reparación.

¿Qué podemos hacer desde aquí para ayudar al proceso de paz de Colombia?

A la comunidad internacional le damos las gracias por este acompañamiento y lealtad que nos han brindado durante estos cinco años y a ustedes allá en Cataluña y en otros países, a las colonias de colombianos y los exiliados y a todos los que han estado muy atentos a los diálogos, les agradecemos este acompañamiento moral  e intelectual. Pienso que es muy importante que no bajen la guardia, que nos sigan acompañando y nosotros estaremos atentos a que ustedes sigan allí. Están haciendo un gran papel. Sobretodo estamos agradecidos.

Un deseo

Que haya esa firma definitiva de acuerdo con las FARC y también que se abra a los otros actores armados y que todos depositen las armas. Las víctimas y las personas que queremos la paz deseamos que Colombia entera nos arrope y que se consiga la paz definitiva.